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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Desnuda en tu cama, solo eres un espejismo.


Llego a tu desnudez. Una templanza me hace darte halagos, palabras y cuantas impresiones de exquisitez son derivadas de la belleza que ven mis ojos. Mi pecho es un desvanecimiento sumido en la meticulosidad. Fijo mis ojos en tu mirada, en tus labios, en la sensualidad de tu cuerpo. Estoy perplejo. 
Sentado en el sillón calmo el ímpetu de los latidos de mi corazón. Escucho tus palabras como un eco seductor que llega a mis oídos. Me llamas y me desorienta tus gesticulaciones. 
¿ Te espero a que avances hacia mí ? ¿ Voy en tu búsqueda ?. 
Mis dudas alcanzan espacios de contrariedad. Quiero verte y ver la belleza que atesora tu persona. No solo deseo encontrar el camino al placer sino cubrirme de la firmeza del querer de tener a un ángel vestal en mis manos. Verificar que no sólo es un momento y luego ver cómo te marchas hacía el olvido.
Allí estás tendida como una diosa dando calma en los susurros que diriges hacia este paciente morador de tu intimidad. Tu piel es luminosa, llena de un color seductor, una bella canción de primavera y donde bañar mi cuerpo acalorado por cuanta sensibilidad está frente a mi cara. Quisiera entregarte mi encantado pudor. Darle a tus manos los pétalos del amor y hacerlas recorrer por todo mi cuerpo que se desmorona cuando tus labios emiten cálidas baladas de pasión. 
Erudito en sentimientos idílicos, navego por tu mar corporal con mis ojos susceptible a distinguir cada poro de tu suave piel. Pienso que eres un tesoro que se presenta como una alucinación. Te contemplo y la dosis de realidad me lleva a tus pechos, a tu pubis y a esas piernas que son vías por la que trascurrir mi amor. 
La noche me sumerge en efusivas emociones. Sigo mirando cómo te contoneas en la cama, como me llaman tus manos. Ese dedo inquisidor en situaciones hostigadoras, ahora se convierte en una pretensión encantadora. Sigue llamándome mientras tu cuerpo se alza para seguir seduciendo mi alma. Me siento derretido por tus palabras. Me levanto pues ya es una prisión el sillón. Al caminar hacia tu belleza, ese sublime encanto que posees, me elevada de tal modo que no siento como se desnuda mi cuerpo. Frente al espejo, veo mi desnudez y me sonrojo pero ya la decisión me hace caminar hacia ti. 
Eres el jardín donde posar mi deseo, mi soñar...mi vida. No puedo dejar de mirarte. Tus ojos me guiñan, me aclaran el camino con luces brillantes. A cada paso que me lleva a ti, tu perfume a azahar se adentra en mi respiración. Percibo tu claridad, tu calor, el suspiro que sale de tu boca deseando que nuestros cuerpos contacten plácidamente y desboquen en toda la elegancia de la pasión. En mi noble corazón, los espasmos surgen.
Ya me hallo frente a ti. Tu pelo son ríos de brillantes diamantes y, ahora que te tengo más cerca, mis ojos no se equivocaron a quedarse deslumbrados por tu piel.
Ya me puede el deseo de tocarte, de besar tus labios, de hablar a tu corazón. No puedo contener mi respiración . Todo a lo que sucumbe mi cuerpo, lleva a mi mano a desear tocar tu mejilla y sosegar mi palpitar haciendo el amor en esa cama ardiente...
Pasado el tiempo vuelvo a abrir una puerta que ha permanecido cerrada. Me agarra las dudas sobre qué busco, qué deseo encontrar o es qué quiero volver a caer en la ficción. El espejismo al que fueron sometidos mis ojos me hace desvanecer... pero quiero volver a vivir la situación para ver hasta dónde llega la realidad verdadera.
Me adentro en la habitación y mis pasos me llevan a esa cama. Giro lentamente mi cabeza. Necesito obtener una respuesta. El frío silencio me acoge. Se estremece mi cuerpo. Frente a frente a la cama, mis ojos nada perciben. En la cama, ningún síntoma de tu presencia. Cobro la realidad y me hace llegar a la conclusión que tu marcha me hizo mucho daño. Nunca he dejado de escuchar tus canciones por los pasillos y la alegría de tu sonrisa.
Ahora miro tu fría cama. Ya no estás. La tranquilidad me hace volver a sonreír y querer marcharme bien lejos. Me iré hacia otro destino y ni siquiera buscaré tu recuerdo. Aquí se apagó tu llama y aquí serás eternidad. Me hiciste soñar y ya no quiero hacerte más realidad.

---- paco polonio ---

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