La fe del destino.

Cuentan que el destino es un camino incierto que nadie sabe donde estará el final. A veces, las cosas suceden de tal maneras que esas circunstancias apenas entran en la lógica pero acontecen. Las casualidades surgen en la vida y son hechos del destino que así está marcado... ¿ Por quién ?, pues no lo sé; pero que suceden cosas inverosímiles ...poca gente lo puede poner en duda.

Vivían en un lugar dos personas que por coincidencias de la vida encontraron unas señas del lugar donde se ubicaban sus hábitat. La curiosidad que llama a la tentación y es buena consejera en ciertos momentos, hizo que una de estas personas llamada Fadhila mandase correspondencia a un hombre llamado Nadîm. En la carta, tan sencilla como las palabras virtuosas, decía :
" Con el olor de las flores supe de tu nombre. Una fragancia a azahar que me conduce a tu persona desconocida. Dame el camino y encontraré el aroma para crear una unión de amistad ".

El hombre le contestó que agradecido por su carta desearía corresponderle con la amistad requerida y conocer todo lo que ella quisiese contarle.
El tiempo hizo que las cartas fluyeran como mana agua limpia de un manantial. A través de ellas surgió una amistad que se intensificaba con la llegada de la nueva carta. Se contaban historias y creaban un ambiente tan puro que parecía que se las estuviesen leyendo uno al lado del otro.
Un día Nadîm quiso profundizar en la personalidad y en las cosas de su amiga Fadhila. La respuesta fue que la amistad que habían creado era tan sincera que por simples hechos no valía la pena indagar en cosas banales que no venían a aportar mucho a su amistad. Fadhila le decía que su amistad era tan sincera que lo que desconocía su amigo tampoco tenía mucha importancia en su vida.
El hombre no quiso insistir pues la insistencia puede llevar a perdidas que luego se pueden lamentar y se dijo que seguiría con la rutina de la correspondencia y no indagaría en nada que molestase a su amiga. Amabilidad, sentimiento, comprensión, sinceridad y mutuo amor iban certificando los contenidos de las continuas cartas.

El tiempo , que es sabio y pone a todo el mundo en su sitio; quiso que estas dos personas se encontrasen en una ciudad inesperadamente. Fadhila viajó para visitar a su hermana; y Nadîm , por cuestiones de trabajo. Se comunicaron que se ausentarían unos días pero ninguno dijo donde iría.
Fadhila le gustaba visitar el mercado junto a su hermana, pasear por los bellos parques de la ciudad, andar por la playa. Nadîm fue por cuestiones personales de trabajo. Este salió un día para hacer compras y se fue directo al mercado. Al comprar bellas flores, se les pegó al lados dos mujeres ancianas que con confianza hablaron al tendero. El hombre llamó Fadhila a una de ella; y Nadîm, con el corazón exaltado por escuchar ese nombre sintió el ansia de preguntar a las dos mujeres mayores. Le frenó la conciencia al pensar que solo una mujer en el mundo no podía tener ese nombre. Durante unos días coincidieron en el mercado. Mil veces se preguntó si sería ella su dulce amiga.
De regreso ambos a sus sitios naturales, las cartas fueron apareciendo y el hombre le pregunto como fueron los días. Fadhila, con mucho agrado fue relatándole todo lo acontecido. Le dijo que había visto a un joven tan guapo como el cielo soleado y le describió con agrado como era. El , comprendió que era cierto lo que su corazón le dictaminaba ; que había perdido una oportunidad para haber conocido a su oculta amiga. El tiempo fue pasando y las cartas hacían sus palabras versos de amor.
Un día , las cartas de Fadhila desaparecieron. El, insistía. Ante la reiteración, apareció una diciendo que Fadhila había pasado a mejor vida. Qué dejo dicho que le comunicasen a su amigo su fallecimiento.
Nadím se quedó vacío, triste y sólo. Recordaba lo que continuamente le decía: " Un día te dejaré, pero en el cielo me conocerás muy bien ". Pasado el tiempo, rehizo su vida y conoció a más gente y aún estará vagando por el mundo. Aunque nunca y seguro , que no olvidará a su anciana amiga.

autor : SILENCIO.