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domingo, 2 de octubre de 2011


MORIR EN VIDA.



Abrió los ojos notando como el sol entraba por la ventana que estaba abierta. Esto le hizo mirar al horizonte y decirse que la monotonía iba a comenzar en su nuevo día. Aquel hombre que aún dormía a su lado ya no sabía que atracción le producía, todo se había convertido en un caminar por la vida tan parecido al resto de las personas que no encontraba satisfacción en la mañana. Ella siempre buscó un sobresalto diario que le hiciera vivir cosas nuevas tanto en el día como en la noche… pero era hora de levantarse para vivir de igual forma.

En el momento que se levantaba su pareja ya era estar encima de él por desconocimiento de todas las cosas. Era como un ser que todo había que ponérselo en las manos para que activase su quehacer diario, con la poca generosidad de encima no agradecer cuanto hacia por la persona que le había jurado amor eterno, comprensión…. Y tantas cosas como se dicen en el que se supone es el día más feliz de tu vida. Luego llegaban los hijos con sus locuras, travesuras, inquietudes y todo lo que conlleva la juventud. Era un sin vivir al servicio de los miembros de la familia pero que nadie tenía un detalle que le recompensase su labor en el conjunto del hogar.
Por eso, aquella mañana, sus lágrimas rodaban por la cara viendo pasar el tiempo y aumentando la edad siendo joven aún. En poco tiempo, se sentía como si un huracán de años la hubiese sacudido. Se sentía sin ganas de vivir en la monotonía en la que estaba sumergida. Miraba a su acompañante y se decía que ni el sexo le alegraba ese ratico que tanto une a las parejas. Era su vida pero que todo debía de comenzar.
Al llegar a su trabajo, después de organizar un poco la casa, dialogaba con las personas. Su silencio en las mañanas, se convertía en algo diferente. Hablaba con las mujeres de las noticias y hechos que ocurrían en aquel pueblo sin ambiente de ilusión, pero su entretenimiento era algo que le reportaba un poco de alegría. Siempre vivió con el pensamiento puesto en un futuro, ya no mejor, aunque sí que le llenase su alma. Quería vivir con libertad en las cosas que le gustase, sentirse útil y que tuviera recompensa su labor tanto de mujer trabajadora como esposa y madre. Su única petición en la vida era sentirse respetada, valorada y encontrar esa persona que la mantuviese con la ilusión de logros diario para convertirse en una persona con la felicidad en su cuerpo. Solo aspiraba a ser feliz y tener ambición por tener algo que contar.



Estaba cansada de la monotonía, ya nada le alegraba pues a cada paso que daba, las reprimendas de su desconsuelo, en forma de marido, le rondaba. Buscó caminos donde salir de la inquietud del paso de los días. Se sentía liberada de tensión cuando se ponía delante de aquella pantalla que tanto le consolaba, era encontrar un mundo que se semejaba al que siempre quiso tener. Sentirle liberada para hacer y deshacer, amar o encontrar cariño, hablar y no sentirse como una roca silenciosa… eran tantas cosas que sentía que buscaba un poquito de ocasión para sentirse cómoda en la vida. Todo cambiaba cuando aquel inquieto esposo se malhumoraba al verla con la dichosa máquina abierta. Hasta eso le molestaba a aquel hombre que era al que prometió amor eterno.Llegaba la noche y todo seguía en la monotonía diurna. Miraba a la luna y soñaba como sería su vida si un príncipe azul hubiese pasado frente a sus ojos. Ya no tenía ganas de llorar porque viendo la luna se decía que la noche pasa rápida. Solo cabía soñar para no morir en vida.

---- paco ----

2 comentarios:

  1. Muy crudo y triste tú relato amigo, y muy leal a muchas situaciones que seguro se viven día a día, en las que los sueños son lo único que mantienen esa brizna de esperanza en el corazón, de algún día verlos realizados…

    Como siempre, un bello sentir tras tus palabras, y un deleite para mi alma…

    Bsos…

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  2. que triste, me alegra volver por tu mundo,
    andaba liada co la bisuteria, el verano...

    un beso de Cora

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