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sábado, 25 de agosto de 2012

El misterio de la luna....


Un manto de estrellas cubría el firmamento. La noche mostraba una hermosura tan peculiar que pocas cosas en la naturaleza podrían superarla. La luna brillaba con más intensidad que todos los días. Era un embrujo su belleza. Estaba envuelta en un secretismo, en una espiritualidad, en un misticismo que la hacía inmortal. Mirarla era estar seducido por el blanco de su cuerpo y la pureza de sus ojos. La mente se iba impregnada en la intensidad de aquel esplendor que se le mostraba en la oscuridad de la noche.
En ese momento de contemplar aquella inmensa sensibilidad en el cielo, sonó la puerta para crear incertidumbre en aquella mujer iluminada aún de la belleza lunar. Al volver en sí, se acordó que tenía la visita de su amigo. Una persona a la cual quería mucho por su cariño, amistad y la unión que se profesaban. Compartían momentos de alegría y tristeza; estaba el uno para el otro sin mediar ningún interés en su amistad.
Al ir a recibirlo, su cuerpo ya se encontraba estremecido. Eran amigo aunque aquella persona levantaba un misterio, un aire fresco en su corazón y un idilio en su cuerpo que la convertía en una rosa perfumada , seductora y embriagada en ternura. Cuando le hablaba, le trascendía la calma. Esa paz interior que solo se consigue con la persona que quisieras estar toda la vida.
La puerta se abrió. Las miradas se cruzaron, y con un fuerte abrazo, el saludo transmitía un agraciado encuentro. En la conversación tan amena que lo agasajaba; las palabras, las miradas, el aura del deseo y la buena amistad surgida les llevaba a estar cerca y percibir el aroma de sus cuerpos. Las risas distendían sus miradas. Siempre todo era correcto pero en su interior ella prefería estar con él antes que con otra persona. 
El encuentro se volvía en instante más meloso, haciendo que un amor por descubrir volase por las sensaciones que poseían ambos amigos. Caricias de afectividad, sentir el impulso de abrazarse sin pudor y algún beso en las mejillas hacía que las sonrisas llegasen a los labios y todo corriese en la absoluta normalidad. Cada encuentro suponía un feliz momento sin reparar en ningún pensamiento más allá del afectivo y la amistad.
Aquel día ,todo el misterio de la luna intercedía en la joven que lo miraba y lo veía como el ser más sublime de lo conocido anteriormente. Sus palabras le sabían a una seducción continua. Notaba su mirada como si le llamase a hacer el amor en aquel instante. Las caricias amigables se convertían en situaciones que se mostraban más intensivas provocándole interiormente una confusión que la sobrecogía y la llevaba a unos extremos desorbitados en el amor. No quería crear falsos sentimientos en aquel noble corazón que tenía delante ni entrar en malos entendidos. Se sentía libre para querer a aquella persona pero se sentía confusa en los sentimientos que se daban en ese preciso instante. No quería enfrentamientos de ninguna clase, sólo anhelaba quererla a su manera y con la paciencia que hasta el momento habían demostrado.
- ¡ No sé que tienes hoy que me dan ganas de besarte !- 
La joven no se pudo contener . En sus palabras estaba lo que deseaba, lo que le apetecía...fue un arrebato pero se lo había dicho. El joven, inmutable, supo salir de la situación con una caricia de su mano en la mejilla y esa media sonrisa que ahora ella comprobaba que también estaba envuelta en dudas.
La noche avanzaba y la despedida se presentaba con desilusión. Quería que no se marchase pues se sentía más atraída por su amigo. Tampoco quería someterlo a una presión innecesaria sin saber con certeza si era firme su sentimiento o era producto de un deseo envuelto en sueño al evadir su mente contemplando la luna. Las palabras de despedida sonaron como si fuese un puñal que se clava en el corazón . Ese ser que tanto quería, por una vida trazada en la amistad, ahora no deseaba que se marchase. Las dudas le corroía por su cuerpo. No sabía si besarle o dejarlo marchar... El tiempo transcurrió más deprisa que otras veces. Con un beso en la mejilla y el cordial abrazo de otras veces, se despidieron.
¡ Hasta mañana. Que duermas bien !.
Se sentía la mujer más desquiciada de la humanidad. Dejaba marchar una oportunidad sin saber si se produciría ese embrujo que llevaba dentro y si vería tan seductor a esa persona que tanto quería como amigo.
Desolada sobre la cama, lloraba por la cantidad de cosas que rondaban tanto en su cabeza como en su corazón. La melancolía le sumergida en un mal momento y sólo recordaba las caricias y aquellos besos que sentía en sus mejillas como si fuesen dados en sus labios. Con valor , cogió el teléfono e intentó llamar. Sonaba la llamada pero no lo cogía. 
¿Tendría enfado por su actitud?
El sueño iba llegando en sus ojos y se fue a dormir. 
Los sueños aparecieron para hacerle ver que su amor quería que continuase pero todo debería ser cauteloso y sin prisas ya que eran amigos desde hacía mucho tiempo .
El joven, mientras caminaba , le rondaba en su mente el comportamiento de su amiga, los ojos que mostraba y la sensación de que estaba atraído por ella. La contrariedad le llevó hasta su casa. Con una ducha conciliadora todo volvería a la normalidad de la amistad. Esperaba la llamada de su amiga como hacía algunas veces para saber que había llegado bien. Le rondaba la incertidumbre, el misterio, la inquietud....¿ Qué le ocurría ?. Al mirar de nuevo el teléfono, tras la apetitosa ducha, comprobó que se había quedado sin batería pero que, anteriormente, la llamada que esperaba no había sucedido.
Miraba la luna tras su ventana. Quería que le hablase, que le explicase que había sucedido cuando no había sentido nada tan especial , fuera de la amistad, por su amiga. Los pensamientos acaparaban su dormir hasta que el sueño lo venció...
La luna estaba preciosa, con un aire de grandeza superlativo. Su sonrisa era seductora. En su corazón estaba la fuerza del amor que lo puede todo. Ahora, era ella la que se iba sintiéndose triste porque estaba enamorada del sol y sólo podían estar juntos unos instantes. Deseaba ver a su amado aparecer para sentir su corazón latir y entregarse a un amor que le hacía vivir.
Cosas del amor: Unos quieren y no pueden; y otros pueden pero dudan.

---- paco polonio ---

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