Dias de lluvias torrenciales...

Con sus ojos perdidos en aquella angustia que se le presentaba delante, no comprendía porque sucedían estas situaciones cuando todo le había costado una vida entera. Su marido, con lágrimas en los ojos, no se paraba a pensar. Sólo buscaba la manera de poder entrar para ver lo que quedaba de su casa.
El cielo, aunque cubierto de nubes, se avenía a razones para dejar unos instantes en los cuales podían apreciar el daño hecho por aquella locura llamada tormenta... Tras caminar entre el barro y la cantidad de cosas apiladas delante de la puerta, pudo llegar a la puerta. Ahora comenzaba la odisea más temerosa.
Con sudor y lágrimas, abrió la puerta. La desolación se apoderó de su cuerpo. Toda una vida al servicio de la esperanza de vivir dignamente, se había ido en unas horas. En el silencio de la casa se escucha lamentos de dolor. ¡Por Dios y por la Virgen, que hemos hecho para merecer esto ¡…. Palabras que sonaban a amargura a cada paso que daba.

Ella, no se atrevía a entrar, seguía sumergida en su pensamiento. ¿Cómo saldrían adelante con la situación que veía sus ojos ?... Sus pies llenos de barro poco le importaban. Con ánimo de vecinos y familiares, pudo entrar a ver lo que quedaba de sus pertenencias. Todo a su alrededor era una ruina. Veía como la muñeca que tanto le gustaba a su hija estaba flotando en un poco de agua que, aún, quedaba en un lugar de la casa que estaba más bajo. En la pared, se reflejaba la altura del agua. Así, todo estaba perdido, todo era un campo de batalla…. Allí había sucedido un conflicto bélico porque todo era un caos.

En su dormitorio, sólo quedaba libre de fango dos cosas: el dolor que habitaba en ese momento y un crucifijo, que tanto adoraba, situado en el respaldar de su cama. Aquello era símbolo del querer que se daban y para que su unión perdurase toda la vida. Con odio y sin pensamiento alguno, lo cogió para tirarlo. Su ira le invadía, su tristeza se apoderaba de su corazón, maldecía interiormente, sólo quería arrojar al barro aquel símbolo en el cual ya no creía. Dispuesta a tirarlo, algo se lo impidió. Era su marido el que le sujetaba la mano y la abrazaba para decirle:

- ¡Mientras estemos juntos y Dios nos dé vida, conseguiremos reponer todo cuanto hoy nos da tristeza. Nuestro amor nos hará salir adelante como siempre hemos salido. Los obstáculos que nos hemos encontrado en la vida, les dimos las mejores soluciones pero unidos. Juntos para siempre, nos dijimos ante Dios. Nuestro amor sería para lo bueno y para lo malo. Ayer, él nos salvó de este desastre !. ¡ Vivamos para reconstruir esta grandísima perdida !.-

Ella ya no pudo reprimir sus lágrimas y colgó, de nuevo, el crucifijo en el lugar que había permanecido durante 40 años. Se abrazó a su marido para sofocar aquel tormento que llevaba dentro. - ¡No te preocupes, juntos volveremos a caminar como hasta ahora lo hicimos. Los dos estamos bien, los niños están bien. Sólo queda ponerse a trabajar y, de nuevo, conseguiremos restablecer lo que un día supimos levantar. ¡

Una fuerte tormenta había hecho llenar su casa de lodo. Todo lo habían perdido: muebles, cocina, camas…. Las habitaciones estaban completamente llenas de barro. Sólo quedaba ponerse a trabajar.

Desde mi blog Noche Silenciosa, un abrazo a tantas personas que en estos días de lluvias torrenciales pierden cuantas pertenencias tienen. ¡ Qué Dios los proteja !.

-------- PACO - SILENCIO ---------