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miércoles, 18 de mayo de 2011

Zaguir y la muerte.


Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho. Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor todo lo ocurrido, y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la muerte.

Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra, y se despidió diciéndole que si forzaba un poco el caballo podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la Muerte paseando por los bazares.

“Por qué has asustado a mi sirviente – preguntó a la Muerte-. Tarde o temprano te lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto.”

“Oh, no era mi intención asustarlo – se excusó ella-, pero no puede evitar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra”.

Anónimo.

2 comentarios:

  1. Que lindo relato! Un placer pasear de nuevo por tus letras... Beso mil!!

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  2. Es buena gana correr, cuando llega el momento nadie se escapa de la malvada muerte.
    Un abrazo amigo Paco.

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